Hablar de música con el Maestro Cesar Augusto Zambrano es hablar de todo. De algo que está presente en todas partes, pues para él todos los estados del hombre son música y la música está en cada rincón del universo. Al menos así la define este Ibaguereño quien desde hace 44 años hace parte de la Universidad del Tolima y desde los cinco ya tenía un instrumento en sus manos, pues a la par de los ensayos de bandola de su hermana mayor, recibía clases de tiple.
Se considera un trabajador incansable de la cultura en general, pues le resulta difícil desligar la música de la pintura y la poesía. A la edad de 12 años ingresó al Conservatorio de Música del Tolima y fue en la Sala Alberto Castilla donde realizó su primera presentación. Nunca tuvo que pensar qué hacer con su vida, pues desde ese momento estuvo totalmente convencido que la música iba a ser lo que llenara su existencia.
Su primera composición fue una obra dedicada a Amparo Aguiar, una de sus compañeras de claustro, quien tiempo después se convirtió en su esposa y su polo a tierra; para el maestro Zambrano ella ha sido la mayor fuente de inspiración a lo largo de su vida y de su carrera. De la mano de su profesor de violonchelo, llegó a tocar con la Orquesta Sinfónica de Colombia con tan solo 18 años, y fue en el Teatro Colón, uno de sus escenarios más anhelados. Allí tuvo la oportunidad de tocar con grandes músicos como Ernesto Díaz, Roberto Mantilla y Harold Martína, entre otros.
La Universidad Nacional le ayudó a complementar sus estudios de violonchelo, mientras tenía la oportunidad de hacer música de cámara con Ernesto Díaz. Luego de estar ocho años en la Orquesta Sinfónica y al ver que las cosas allí empezaron a cambiar, tomó la decisión de venir a Ibagué con ayuda del Maestro Quarto Testa, su profesor personal, renunciando a la Sinfónica para volver a su ciudad y hacer parte de la Universidad del Tolima como Director Musical, aunque no existiera coro, y apenas contara con un pequeño salón y un piano partido. En ese proceso encontró rectores y directivos que lo apoyaron bastante, que le dieron el valor que requería su presencia en la Universidad del Tolima. Considera que todos sus sueños los ha realizado en la institución y siente que no se equivocó al haber escogido volver a Ibagué, pues con su llegada fundó la Orquesta y el Coro de la Universidad, abriendo puertas y generando nuevas, pues para el Maestro, la U.T. es parte fundamental del espíritu musical que tiene Ibagué como Ciudad Musical de Colombia.
Infinidad de situaciones se han presentado a lo largo de su camino, como aquella vez en 1985, cuando se gastó todo el presupuesto que se tenía para la cultura de todo un año. “Fue tan alto el impacto de nuestra música, que el rector de la época me dijo: Tranquilo que mañana miramos a ver que hacemos”. Así mismo recuerda con agrado cuando una vez el doctor Fernando Misas, en calidad de Rector de la Universidad, intercedió ante el Secretario de Educación de Ibagué para la adquisición de la aguja de un equipo de sonido, detalle que contribuyó para que Zambrano se sintiera valorado y aumentaran las ganas de quedarse. Hoy, después de más de 50 años de carrera musical, siente que su mayor satisfacción es hacer parte de la Universidad del Tolima, pues ha sido el lugar idóneo para hacer lo que más le gusta: sentir la música y transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Así mismo, aprender, pues considera que en la enseñanza también se aprende. Haber luchado tanto por diferentes cosas y haberlas conseguido lo llena de orgullo, como, por ejemplo, la consecución de un auditorio digno y acorde a las necesidades de la Universidad.
La mayoría de sus obras están escritas y arregladas para el coro de esta institución, lo cual representa su inmenso cariño por el alma mater. “La Universidad del Tolima es toda mi vida; y mi temor más grande es que lo que hemos hecho se acabe cuando yo de la vuelta, por eso me quiero retirar paulatinamente”, afirma el Maestro. Cree en Dios y es consciente que uno de sus retos musicales más grandes fue hacer una cantata a los 100 años de la Catedral de Ibagué, pues tardó mucho tiempo pensando cómo empezar a escribir.
En sus ratos libres le gusta compartir con su esposa, sus dos hijos y sus nietos. Generalmente las charlas en familia siempre terminan llegando a lo mismo, a la música y a la cultura. Tiene una casa de campo en donde aprovecha la naturaleza y el aire para escribir y tocar el teclado. Siente que ha hecho mucho, aunque es consciente de que faltan algunas cosas. “Mi sueño es que cuando me haya retirado, pueda entrar al Teatro Tolima, verlo lleno y pagar la boleta de un concierto del Coro de la U.T.”.
Por el momento, el trabajo del Maestro Zambrano no se detiene, pues ya ha logrado realizar dos versiones del Concurso Internacional de Violín Internacional en homenaje al Maestro Frank Preuss, quien recibiera recientemente el doctorado Honoris Causa de parte de la UT. Su agenda casi siempre está ocupada entre conciertos, clases y ensayos, sin embargo, él siempre estará dispuesto a hablar de música, pues según dice, será músico y maestro hasta el último momento de su vida.
Con información del periódico Tolima Universitario.